top of page

'¡Te quiero!', dijiste

  • Valfré Saavedra
  • 27 may 2017
  • 2 Min. de lectura

No sé de dónde me habrás tomado, si de mi debilidad, de mi amor por ti, de mis ilusiones, de la mano o si todo el tiempo me habrás "tomado el pelo".

"'¡Te quiero!', dijiste. Tomando mis manos entre tus manitas de blanco marfil". Como en esa canción vieja y eterna de María Grever con la que entristezco cada vez que la escucho sin importar si estoy feliz o aparentemente sin alguna afección. Esta canción me recuerda a ti.

'¡Te quiero!', dijiste. Y tomaste mis manos entre tus manos y me arrastraste a tu mundo, a tus ideas y me arrastraste por los caminos de tu vida, por los rincones de tu pasado, por las esquinas de tu pasado, por los hoteles de tu pasado, por restaurantes de tu pasado, por las plazas, por los mercados, por iglesias, y por todos los lugares que habías conocido antes de conocerme. Yo sin preguntar cómo habías encontrado estos lugares, sin querer confirmar lo que sospechaba, ya sabía cómo los habías conocido y simplemente me deje llevar por ti y por tus historias, por ti y tus memorias, por ti y por tus ojos, por tu boca y por tu voz, pero más por ti y por tus manos que eran las que me llevaban.

Los amantes siempre nos llevan a su mundo, a lo que conocen, a lo que extrañan de alguna forma, con la intención de impresionarnos o resanar el pasado de un amor fracasado.

¿Por qué me habrás llevado por las calles de León, Guanajuato? ¿Me llevaste para que conociera la historia de tus amores o para que pudieras limpiar tus culpas?

Me detuve frente a la catedral basílica a contemplar la fachada pero tú insististe en entrar porque ahí se encontraba la milagrosa Madre Santísima de la Luz, la titular de esta iglesia catedral y patrona de la arquidiócesis de León.

Me contaste que la historia de ésta Madre se remontaba a la ciudad de Palermo, Sicilia. Allá, un padre jesuita desea tener una imagen de la Madre de Dios para poder llevarla en sus misiones y así ganar muchas almas para el cielo. La oración del padre fue escuchada y la Virgen se manifestó en la visión de una devota mujer a quien con "santo y seña" pidió cómo fuese pintada.

Aquella mujer le contó al padre lo que la Virgen le dijo «Dile que me es grato su obsequioso pensamiento; que tomo bajo mi protección su apostólico ministerio, y que quiero ser representada en la forma que ahora me ves». Entonces juntos fueron con un pintor para cumplir la petición de la Virgen.

Desde entonces y hasta ahora aquella Virgen ha colmado de favores a quienes la honran e invocan bajo el dulce nombre de María Madre Santísima de la Luz.

Fue ahí en donde te vi por vez primera contemplar una imagen, pedir en silencio y persignarte. ¿Qué habrás pedido amor mío o qué habrás prometido?...

Volviste a tomarme de la mano para besarla y mirándome a los ojos me dijiste: 'dime si me quieres, como yo te adoro, si de mí te acuerdas, como yo de ti'. Y yo te respondí: 'Sí, te quiero mucho, mucho, mucho, mucho, tanto como entonces, siempre hasta morir'.


 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comments


© 2017 by Valfré Saavedra. Proudly created with Wix.com

bottom of page