top of page

Yo, como María, me mojaba las ganas en el café. 1a Parte.

  • Valfré Saavedra
  • 13 oct 2017
  • 3 Min. de lectura

Yo no sé qué hizo la vida con nosotros, no sé cuándo nos hizo distintos y un poco ajenos. Si crecimos juntos también nos hicimos individuales, cada quien a lo suyo, cada quien en lo que era bueno.

Ahora que han pasado tantos años y tantas cosas en medio, me ha dado por necesitar contarte aquellas cosas que nunca antes te dije y de las que también te has perdido por gusto, por tiempo, por edad, porque sí.

Es verdad que decidiste no enterarte de mi vida, de lo que hacía, con quien iba o venía, si llegaba o me perdía; sé que quizás aún prefieres no saber, pero la verdad es que ni tú ni yo tendremos toda la vida para contarnos después las cosas que por años nos hemos callado y lo más seguro es que algo nos pase y entonces ya no podamos conferirnos todas estas cosas. Mejor ahora que aún puedo, mejor ahora que aún me acuerdo, mejor ahora que todavía sigo vivo. Y ya después vuelves a mandar al carajo lo que leas y de lo que enteres; y a mí también.

La primera cosa que debes saber y que es muy importante es que: Yo estaba seguro de que tú no eras la persona indicada para mí.

Me encantaba la idea de conocerte y saber que eras completamente diferente a mí en muchos aspectos, en experiencias, en cultura, en gustos y en un par de centímetros más. Pero tuviste tus momentos vulnerables, momentos de sensibilidad que me conmovieron y me hicieron pensar en la posibilidad de poder amar a una persona así, así como tú, porque así como tú eras, así era yo, en esos aspectos; por lo demás queda claro que no.

Lo que tal vez no quedó claro para ti son aquellas cosas que no me convencieron de ti. Yo estaba seguro que no eras la persona indicada para mí por el simple hecho de que parecías "casi perfecto" - y cuando digo casi perfecto me refiero a que nadie, ni Dios es perfecto, (y se nota que no le salieron bien las cosas a Él) - y no hay nada perfecto en los humanos pues tenemos un ojo más grande que el otro, un brazo, un pierna, un pie y dedos más grandes de un lado que del otro. Era obvio que tú estarías lleno de defectos, lo que no era obvio era cómo me sentiría con todas las carencias emocionales que estabas por entregarme.

La primera de las carencias emocionales que surgió y me afectó demasiado y que nunca fue superada, fue la falta de sexo.

Habíamos hablado de lo importante que era para cada uno de nosotros la parte sexual y el placer por coger. Fue después de la primera diferencia sexual que tuvimos que comenzaste a contarme de la activísima vida sexual que habías tenido antes de mí y que para ti el sexo era importante pero no demasiado.

Yo solo tenía sexo con mis parejas sentimentales, de modo que si no eran mis parejas difícilmente tenía sexo con gente desconocida. Pero tú habías cogido en un baño de un antro con alguien que habías conocido ahí, habías cogido con alguien desconocido debajo de un puente en París, en una fiesta, en otra fiesta, en dos fiestas más, en cinco fiestas más, en una fiesta con seis hombres más que se cogieron al mismo chico anfitrión porque de eso se trató aquella fiesta y de los multiples tríos que habías tenido entre tú y tu pareja, tú y alguna otra pareja... De modo que cuando llegaste conmigo, a ser mi pareja, el libido sexual se te había ido en todo lo anterior y en una infinidad de "chaquetas" también. De modo que cuando fui tu novio y pareja yo "tenía" el "libido muy alto" y tú "ya habías superado esa etapa adolescente".

Así fue como comenzó mi mala racha de amor contigo. Yo quería y tú no. Tú nunca querías y yo siempre quería. Un día comencé a necesitar coger contigo y no hacer el amor, y tú, tú estabas cómodo con pizza, cerveza y una película cualquiera y sin tener que hacer el amor conmigo y sin tener que cogerme.

También así fue como surgió mi pasión por el café.


 
 
 

Entradas recientes

Ver todo

Comments


© 2017 by Valfré Saavedra. Proudly created with Wix.com

bottom of page