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Un café y te odié.

  • Valfré Saavedra
  • 31 oct 2017
  • 2 Min. de lectura

Me regresó tu aliento de tu boca matutina con fuerte toque de café y los tres cigarrillos antes de las diez.

Y se me vino encima el recuerdo de la cafetera italina que nos hizo la vida más alegre por las mañanas y que nos ayudó a despertar. Y tu imagen de pie frente a la ventana a contra luz sacando humo espeso blanco, azul y grisáceo.

Después de tus vicios te ibas al trabajo oliendo a tu loción, a café, a cigarro y con toque de menta dental. Y escucho tus tacones cruzando la estancia, el cerrojo de la puerta correr, el golpe de la puerta al cerrar y después el "clac, clac" de tus ruidosos tacones alejándose. Eres ruido. Un ruido infinito.

Ahí estabas tú, haciendo ruido en mi mente, recordándome aromas que yo no podía percibir ni imaginar, y he aquí mi nariz oliéndote a la distancia, y he aquí mi boca que apestaba a ti ésta mañana, y es que entendí que me dejaste tus sabores impregnados en el cuerpo y enterrados en la memoria.

Fue un sorbo de café que desató tu aliento en mi boca y de pronto yo estaba en nuestra casa de los vientos y de los bellos atardeceres, viéndote enmarcado a la ventana aventando humo de cigarro, y de pronto estaba nuevamente solo en mi realidad odiando ésta taza matutina que me hizo viajar al pasado. Eran las nueve de la mañana el día de hoy y ya me habías robado la tarde.

El resto de las horas se me fueron pensando en ti, en tus ruidos, en tus aromas, en tu voz y poco a poco en tus gestos, en tus pelos, en tus arrugas, en tus ojos, en tus errores y defectos; y te extrañé y te odié y otra vez todo, y otra vez tuve un sentimiento de amor pero me acordé de tu orgullo que todo lo destruye, de tu ego que arruina, de tu falta de empatia, de tu incongruencia, de tu cobardía, de tu falta de sensibilidad, de tus justificaciones, de tus traiciones sin pena y de esa cara que escondes detrás de la cruz con la que vas por el mundo hablando del amor como si fueras misionero, esa cara escondida es de la que más me acuerdo después de revivir lo negativo de ti y entonces vuelvo a matar, otra vez, mi amor por ti.

Me volví a enojar contigo y esta vez fue por un café que me recordó tu aliento y lo peor de ti.


 
 
 

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