Dijiste que yo era río.
- Valfré Saavedra
- 19 nov 2017
- 2 Min. de lectura
¿Te acuerdas del Río Balsas? ¿Te acuerdas del miedo que tuve solo de verlo? ¿Te acuerdas del puente enorme que cruzamos de un lado al otro? ¿Te acuerdas del mirador en donde nos detuvimos para contemplar la ruta del río? ¿Recuerdas que fue en el mirador en donde me comparaste con el agua y con la arena?

Fue ahí que me dijiste que yo era agua, como el agua de un río que busca llegar al mar. Me dijiste que yo era como el río porque como el yo alimentaba por mí paso los lugares y proveía de vida incluso en los lugares más secos y sin esperanza. Me dijiste que a veces parecía estar en calma y a veces no, que debajo de la superficie como de mi piel existían corrientes inesperadas y un suelo difícil de pisar, que yo podía ser de agua clara o turbia según mi humor del día o las incomodidades de la vida, que a veces mi caudal crecía demasiado como el mismo amor y que a veces era tan exigüo que los peces podían morir en mis charcos tristes y callados.
Que yo era como el río que a los siglos de existir dejó marcas en las rocas y yo en las personas y como río de agua dulce que al entrar al mar entrega vida, yo también entrego la vida para nutrir, alimentar y hacer crecer.
Fue en ese mirador que me dijiste todas esas cosas y todas esas palabras entraron por mis oídos y nunca salieron de mí ni de mi mente ni de mi cuerpo ni de mi alma, porque ahí, mientras hablabas y me mirabas, me diste alma y la hiciste crecer con tus oraciones hermosas, con tu aliento de cigarro y tus ojos ámbar que me habían atrapado nuevamente.
De pie, en un mirador que contemplaba al Río Balsas, de frente a ti y a la vida, me besaste tiernamente, con pausa y sin lengua, sin prisa y sin saliva, y por primera vez cerraste los ojos al besarme y yo por primera vez abrí los ojos para verte.
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