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Guadalupe Reyes

  • Valfré Saavedra
  • 5 ene 2018
  • 2 Min. de lectura

Es de noche, pero no tanto.

El sol se ha ido y las luces de las calles y los bares iluminan maravillosamente. Justo ahora estoy en uno de estos bares de estas calles con estas luces que le dan licencia para errestar el pensamiento y llevarte, sin que uno quiera, a lugares que tienen que ver con añoranza y un poco de melancolía.

Me metí en un bar llamado "Guadalupe Reyes" y ya ves que yo de religioso no tengo nada (solamente mi primer nombre y fue decisión de mis padres) sin embargo aquí estoy, atraído por el chiste "Guadalupe-Reyes", aquel que trata acerca de beber alcohol desde el día 12 de diciembre (día de la Virgen de Guadalupe) y que culmina el 6 de enero (cuando llegan los Reyes Magos). Siendo honesto, decidí entrar a este bar más por esa historia de exceso y abuso etílico que por el abuso nocivo religioso.

Afuera hay motociclistas con ostentosas motos que son para mí solamente incómodas y ruidosas. Todos visten con chamarras de cuero negras y con calaveras. Me atrevo a pensar que visitan este bar por la razón que son guadalupanos y borrachos, pero yo, yo vine porque me sentí solo y porque me acordé de ti.

Me acordé de ti y decidí salir a pasear para liberarme del trabajo y el cansancio de cargar el peso muerto de tu recuerdo. Todo fue contraproducente. Por mi camino descubrí casas lindas, con ventanas y balcones a la calle, ideales para mirar desde dentro con una taza de café y entonces pensé cómo te verías contemplando la luz de la mañana asomándote con tu bebida caliente. Fue muy contraproducente caminar por las aceras y cruzar por las esquinas y mirar todas las luces y pensar en ti, en ti y este lugar, en ti y en mí, comiendo y bebiendo.

Nos vi perfectamente. Estábamos tú y yo en uno de estos lugares tomando y riendo y yo, desde la banqueta contraría nos pude observar. Soñé despierto y solo; bastante solo pero muy tranquilo.

Aquí te hubiera encantado vivir. Lo sé porque te conozco. En este presente tú no existes y tampoco existirás en un futuro.

Es cosa mía esta íntima tortura. Eres un silencio real y una ausencia innegable. Eres un puñado de cosas y un puño firme. Eres los bares y las luces. Eres la indigestión de cualquier abuso. Eres un recuerdo que viaja callado y atorado a todos lados conmigo; por eso eres un puño, uno que golpea y al mismo tiempo que sin golpear deja el moretón.

Quizás sí, quizás vine a este bar a rezarle a una cerveza o a pedirle a los reyes un regalo.

Hoy que es 5 de enero ya sé qué pediré. Me iré a dormir esperando al día siguiente el beneficio de todo este tiempo.


 
 
 

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