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El viento te trajo

  • Valfré Saavedra
  • 22 mar 2018
  • 2 Min. de lectura

Tú llegada fue tan predicha por las hojas que murmuraban que pronto habrías de volver. El idioma de los vientos que solo puede ser entendido por el polvo y las flores predijeron que así sería. Inesperado.

Sin darme cuenta de nada, una serpiente bajaba por una pirámide, una pequeña luz entraba en una cueva y un ruídoso viento arrastraba tu aroma hasta mí, y con ello todo el recuerdo de ti.

Por fechas similares, hace días de algún año pasado, nos encontramos perdidos esperando que uno levantara del otro aquello que se le había caído, para volver a juntar lo roto con lo quebrado y unir piezas de algo sin pies ni cabeza. Así éramos tú y yo. Un conjunto de partes que juntas no eran nada, piezas sueltas de una figura inexistente; éramos el sobrante de algo humano, lo que queda después que otro humano que viene y se va y que por su paso sólo deja polvo y hojas secas.

Y como todo lo roto que desprecia a lo quebrado, tú y yo soñamos por un instante ponernos casa y apellido para hacernos sentir menos mal con todo lo que cada quien tenía fisurado pero que inevitablemente terminaría por romperse. Por eso te fuiste. Te fuiste porque es lo más fácil de hacer sin importar lo cobarde que sea, porque la valentía implica sacrificios mas no perder la vida.

Pasó la primavera, pasó un verano, pasó un otoño, pasó un invierno y pasé los meses pensando en ti, en tu ausencia, en tu cobardia, en tu cara, en tus besos y en tu nariz. Y pasé los meses apartando mi pensamiento de ti y pasé de extrañarte a no hacerlo. Lo roto que habías dejado en lo que ya tenía fracturado, con tu hermosa ausencia y desinterés, volvió a curarse con la ayuda de otras manos y de otras partes; porque los heridos nos sanamos la carne con la carne, pero la mente sólo pidiendo perdón.

Llegaste con el viento pidiéndo perdón, llegaste con polvo, bañado en polvo, hecho polvo, pidiéndo agua que te hiciera tierra, pidiéndo agua que te hiciera por lo menos lodo y así no tener que volar. Solamente tú y el viento se entienden, tú le pides al viento que te traiga al agua para que le agua te haga quedarte un poco más.


 
 
 

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