Qué pinche cosa fea que me pasa por ti

La vida sin ti, es lo que queda de la mía.

Lo que me quedan son recuerdos que me han de acompañar a cualquier lugar y en cual quier otros brazos, porque lo que tuve contigo se quedó mío. Me quedé con el color de tu cabello al sol y a la sombra, me quedé con tu frente y de perfil, me quedé con tus miradas y las arrugas del contorno de tus ojos, me quedé con tu risa y tu sonrisa, y me quedé con tu voz y tus silencios.

El día que me fui fue el mismo día que tú te fuiste, pero nadie se va realmente. Me acuerdo que bajé pisos para estar en la calle y me acuerdo que crucé calles y me acuerdo que tomé todas las direcciones que pude para perderte, para que no me siguieras con la mirada y para que no me siguiera tu olor; cosa ingenua mía porque ya estaba condenada mi nariz a percibirte. Hice todo lo que pude para perderte bien, porque cuando uno quiere desaparecer debe darse a otras cosas.

Fui a dar entonces mis besos, mis seducciones, mis caricias y mis engaños a cualquier corazón y cualquier urgido. Fui a dar mi tiempo a quien no lo merecía pero de quien yo necesitaba que me decepcionara más, a alguien con quien molestarme para dejarte libre hasta de mis enfados contigo, porque yo quería dejarte sin nada.

Así como el cuerpo saca el daño por exceso, así me busqué los excesos para sacarte de mí, pero el cuerpo es traicionero y la memoria muy ingrata, porque yo para olvidarte me bebí no sé cuántas botellas y al final siempre te recordaba. Ahí andabas tú por todos lados conmigo, entre las calles, en las fiestas y entre las personas, pegado a mí como la sombra, como una condena o una maldición.

Sin cerrar los ojos puedo imaginarte, sin cerrar los ojos puedo verte perfectamente, sin cerrar los ojos regreso al pasado y puedo creer que es el presente. Sin que estés puedo recordarte. Sin importar lo que haga, tú vas por delante, a mi lado, conmigo y al mismo momento sin ti. Que "pinche" cosa fea lo que me pasa por ti.