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Malinalco encantado

  • Foto del escritor: Valfré Saavedra
    Valfré Saavedra
  • 18 sept 2020
  • 2 Min. de lectura

Porque tú me llevaste por ruinas prehispánicas y por los edificios coloniales, por construcciones de siglos pasados y de este siglo también. Por que tú me dijiste que yo tenía que conocer el espíritu de este pueblo, por eso en Malinalco, excavada en la roca, dijiste que vivían los dioses y moraba el sol; por eso me hiciste subir cuatrocientos escalones para adorar a Malinalxóchitl, la diosa responsable de los hechizos y encantamientos a la que se le debía el nombre de este lugar; de este pueblo que estaba encantado y yo también con él.


Y cómo no caer encantado por los ocho barrios de este mágico pueblo, con las enramadas asomadas por las bardas coloridas, con los árboles de zapotes y de guayabas, de jacarandas y nopales. Fue aquí que me dieron ganas de orar por nosotros en la Parroquia del Divino Salvador y fue aquí que me llevaste a ver las pinturas que recubren el claustro hechas por los tlacuilos indígenas allá por el siglo XVI.


Me dijiste que en Malinalco los tobillos se ejercitan andando por las calles empedradas, que hay que andarse con cuidado para no caer en los bares escondidos en las viejas casonas y que hay que cuidarse de los mezcales porque aflojan las rodillas y es más fácil hacerse de amores. Malinalco tiene su encanto, por eso se debe llegar vacío del estómago para llenarse con los sabores, con los chiles en nogada con pera o el chile ancho bañado con salsa de frijol o la trucha con ajo, jitomate, epazote, chile y mantequilla.





Fue aquí que en plena bohemia nos contaron de las brujas que cruzan el cielo en formas de lechuzas o bolas de fuego y que solo para verlas hay que estar bien pedo. Por eso con los mezcales hay que tener cuidado, porque ese alcohol revela los secretos del corazón y los misterios del pasado; hay quienes ven brujas y hay quienes ven humo salir del suelo y dicen que si hay humo es porque hay dinero, que para desenterrar el dinero hay que tener un machete.


Nos contaron, además, que fue aquí mismo que se firmaron documentos importantes para los independentistas encabezados por José María Morelos y Pavón. Nos dijeron también que muchos habían sepultado sus dineros en el suelo en la época de la Revolución Mexicana.


Fue aquí que embriagados mis sentidos por el viaje y por la historia y por tu olor, se mojó mi cuerpo con mis aguas que no eran propiamente de sudor. Fue aquí, bajo el hechizo de una diosa prehispánica, bajo la influencia de un mezcal con guayaba, bajo las estrellas parpadeantes que te dije cantadito al oído “bésame, con un beso enamorado, como nadie me ha besado, desde el día en que nací”.

 
 
 

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