Nos hicimos...
- Valfré Saavedra
- 22 jun 2022
- 2 Min. de lectura
Tú y yo nos hicimos promesas, el amor y el café. Nos hicimos a la carretera, a los bosques, las playas y ciudades. Nos hicimos amantes de los vinos, devoradores de panes y nos hicimos porritos para reírnos. Nos hicimos de un pequeño invernadero que vivió en un rincón vacío al que le vimos flores nacer. Nos hicimos tés para dormir con rituales de buenas noches, con besos y caricias para no morir en soledad en caso de no volver a despertar.
Nos deseamos entonces los buenos días al amanecer. Todas las mañanas prendimos fuego a la estufa y sobre ésta pusimos la ya quemada cafetera roja italiana. Bebimos de unas tazas blancas, simples y baratas que compramos en alguna tarde de domingo. Yo sentado en la silla de yute y de madera viéndote devorar los cigarrillos, dos al hilo, como si fuesen panes y en la otra mano sosteniendo tu café, mirando por la ventana y a través de tu memoria, permanecías echando el humo a contra luz del sol y se encendía tu cabello, brillaban tus ojos y se prendía mi amor por ti.

Desde la ventana me decías cosas que ya no puedo recordar, mi memoria esta cansada y sólo puedo ver fugases escenas de nuestra vida; nuestro encuentro, desenlace y final. Te veo en silencio en mis sueños, hablando sin decir nada y sin poder reconocerte del todo, pero veo tus arrugas de risa, tus manos de pianista, tu perfil de artista y tus piernas de trotamundos; eres tú... ¡tienes que ser tú!
Y me acuerdo de las pecas que ganaste con la edad y las otras que el sol te regaló. Me acuerdo de tus brazos y de los trazos que en un brazo te hiciste tatuar. Me acuerdo de tus pies descalzos y tu torso desnudo, del grosor de tus muslos, de tus glúteos medianos y del tamaño que tenía aquello que me hacía jurarte mi voluntad.
¿Qué fue de nosotros? A veces me preguntó qué fue de nosotros. Nosotros que hicimos un viaje por mi tierra y otro por la tuya y uno más por la tierra de nadie. Nosotros que hicimos viajes al mar, por la sierra, por aire y a fuego; y de todos ellos volvimos siendo otros, olvidamos a los que fueron y regresamos siendo distintos. Yo volví de los paseos sintiendo el deseo de renunciar, de dejarte por siempre y para siempre, sintiéndome perdido y olvidado de tu amor y olvidado por Dios.
Nos hicimos el café y nos hicimos daño.
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