Tú y después de ti
- Valfré Saavedra
- 25 abr 2020
- 2 Min. de lectura
Tú, la prueba viviente de mi amor interminable, inagotable e idiota. Tú, la prueba irrefutable de todas las falsas esperanzas en las que he creído, las mismas con las que he construido un mundo alterado de realidades paralelas y en las que he asegurado tu existencia perfecta que a veces, cuando estoy más frágil, tomo para forzarme a ser mejor y más valiente, para ver si un día de coincidencia tropezamos por el mismo lugar y me veas mejor de cuando me dejaste.
Tú, con tu espacio gigante que abarca hasta el sonido. Tú, con tu aroma eterno que se encierra en los rincones aguardándose para ser olido por mí. Tú, con tus historias contadas que vuelven a repetirse en una grabación personal sellada en mi memoria. Tú en repetidas ocasiones haces sonar tus tacones llegando y yéndose y lo mismo pasa con el cerrojo de la puerta que suena cuando llegas o cuando te vas.
A ti las horas de insomnio, a ti las horas de ausencia, a ti las lágrimas, a ti las canciones, a ti los versos, a ti todo. A ti todos los días ignorándote para ganarme la vida y creer en esta libertad ficticia que he inventado en todos los lados, en todos los trabajos, en todos los restaurantes, en todos los bares, entre tantos amigos y entre algunos brazos ganadores de mí por la noche. A ti los daños inconscientes que me he causado con éste y con aquel, con el penúltimo amante, con el anterior, con el de mañana y contigo que eres el de siempre. A ti los errores enmendados y los nuevos cometidos, contigo las nuevas experiencias y nuevas equivocaciones, contigo las defensas bajas, las negociaciones de los perdones, las mentiras a medias y las justificaciones; contigo el apego y la tristeza. Contigo los daños venideros y superados.

Después de ti me dejé el cabello crecer, me lo corté, lo deje crecer nuevamente, lo pinté, lo corté otra vez y por mucho que quisiere verme diferente, por dentro, yo sé que lo que se siente no deja de sentirse por mucho teñirse el cabello o cortarlo.
Y gané kilos y perdí kilos, gané amigos y perdí amigos, subí y bajé de escenarios, gané y perdí trabajos, escribí y no, lloré y lloré, volví a reír, volví a salir, volví a divertirme, gané dinero, salí más lejos, me fui a vivir a otros lados, subí y bajé escaleras, pisos, edificios y caminé por calles que me aprendí de vista, saludé y me despedí de personas, de casas, de edificios y de calles y en ningún lugar me volví a enamorar de alguien; pero tampoco te volví a extrañar como antes.
Y todo este tiempo está la imagen de ti, sin hacer nada, solamente está ahí siendo igual pero yo ya no.
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