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"Una vez nada más, se entrega el alma"

  • Foto del escritor: Valfré Saavedra
    Valfré Saavedra
  • 18 mar 2020
  • 2 Min. de lectura

"Solamente una vez amé en la vida, solamente una vez y nada más", sonaba una canción desde la profundidad de una caracola que estaba pegada a mi oreja sostenida por tus manos mientras yo miraba tus ojos. Tú preguntaste si podía al mar escuchar, y aunque "sí" te dije, yo escuchaba "una vez, nada más en mi huerto brillo la esperanza, la esperanza que alumbra el camino de mi soledad" desde lo profundo de una caracola que sostenías pegada a mi oreja.


Esa noche tu rostro era más hermoso que de costumbre. Las chapas en tu cara habían dibujado mejor que nunca tus ojos y tu mirada se había vuelto profunda como la mar y también tenías un brillo en tus pupilas como de luz de luna reflejado sobre las olas del mar... que belleza fue mirarte aquella noche de brisa salada y cielo estrellado.


"Una vez, nada más se entrega el alma". Mentira. Sin darme cuenta yo estaba enamorado, una vez más de ti. Una vez más te daba mi alma. Tú con tu risa tonta, tus chapas de calor, tus ojos brillantes y tu pelo alborotado habían guiñado hasta lo más profundo de mi amor por ti.


Y todo se puso dorado, más tu cabello, más tu piel, más la arena, más el cielo, más el sol. Todo en Mazunte se había vuelto nuevo con la puesta del sol y nacía con la noche la mejor de tus sonrisas en un paisaje de astros fugaces a los que pedí que no me faltaran tus besos, que no me faltaran tus caricias y que nunca me faltara el tiempo de amarte.


Esa noche, mientras sostenías caracolas en mi oreja y mientras las fugaces se paseaban por el universo; yo volví a escuchar desde lo más profundo de mí "y cuando ese milagro realiza el prodigio de amarse, hay campanas de fiesta que cantan en el corazón..."





 
 
 

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